La irrupción de anglicismos en el mundo de los negocios y de la tecnología es una constante que, con la digitalización de la sociedad, todavía se ha hecho más patente, y de entre estas nuevas incorporaciones hay una que, como consecuencia de la recesión económica global, ha adquirido cierto protagonismo. Se trata del llamado showrooming, una nueva manera de comprar que consiste en mirar y probar un producto en una tienda física tradicional, para luego terminar adquiriéndolo a través de Internet, obviamente en busca de un mejor precio.
Aunque para el gran público pueda resultar un concepto todavía desconocido, el showroominges un fenómeno en auge con un peso nada despreciable en la evolución del e-commerce o comercio electrónico, tanto a nivel mundial como en nuestra propia casa. Según apunta la multinacional IBM en su estudio From transactions to relationships: connecting with the transitioning shopper, elaborado a partir de una encuesta a 26.000 consumidores de todo el mundo y de los que 1.600 eran españoles, esta práctica origina en torno al 50 % de las compras online.
Los showroomers son consumidores altamente sofisticados. El 25 % de los encuestados afirma tener una intención inicial de compra en la tienda física, adonde va para conocer más de cerca el producto y comparar precios. Pero posteriormente realiza las compras en línea debido a tres factores principales: haber encontrado el producto a mejor precio, la posibilidad de realizar la compra en cualquier momento del día, y la comodidad de recibir el producto directamente en casa. Y no sólo eso: un 33% manifiesta que compra los productos con el dispositivo móvil desde la misma tienda, comparando los precios en tiempo real y pudiendo de esta manera presionar al comerciante mediante la negociación. Como apunta el I Estudio Anual sobre eCommerce en España de IAB Spain y Elogia, el showrooming es un fenómeno que se extiende como una mancha de aceite entre sectores, ya que si bien inicialmente era una práctica habitual en la compra de billetes o entradas, donde aún goza de una gran penetración, cada vez resulta más habitual en otras categorías como la tecnología o la moda.
Aunque a nivel general se trata de un fenómeno incipiente, con un 6% sobre el total de las compras minoristas, los impactos sobre la actividad comercial son evidentes y preocupan profundamente al comercio tradicional. Por un lado debemos tener presente la inversión de personal, atención y tiempo que realizan en las tiendas físicas con clientes que, finalmente, no adquieren el producto. Y peor aún, es muy probable que la compra se realice finalmente en una web de la competencia, que además ofrece el producto a mejor precio, por lo que es muy difícil que el cliente compre en la tienda física en otra ocasión. Según Vibes, durante el último año el número de consumidores que compró un producto de la competencia estando en el establecimiento físico de otro retailer se incrementó en un 156%, una cifra que permite hacerse una idea de la magnitud de la tragedia.
¿Y qué puede hacer el comercio físico frente de esta nueva plaga ? La respuesta es compleja, pero parece claro que pasa por el desarrollo de estrategias multicanal, ofreciendo experiencias móviles personalizadas relevantes que motiven e influyan en el consumidor a la hora de realizar sus compras en las tiendas físicas. Sin duda, en el desarrollo de estas estrategias juega un papel fundamental la personalización y la adaptación a las características y gustos de los potenciales clientes: la gran mayoría manifiesta estar a favor de recibir mensajes de los retailers, siempre que éstos sean personalizados. Y naturalmente, las promociones y descuentos asociados a estos contenidos personalizados son un elemento fundamental.
Mucho me temo que, en plena época de bajada de ventas y descenso de los márgenes, el comercio tradicional se le ha abierto un nuevo y peligroso frente que amenaza al extenderse. Así que habrá que tomar una decisión estratégica fundamental: luchar o sumarse, esa es la cuestión…
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